Los procesos migratorios y el rol inclusivo que tiene el docente
En la actualidad hay un reto para la educación debido al incremento de los flujos migratorios y sus consecuencias para los niños y niñas que salen de sus lugares de origen y los que se quedan “solos” en otros países producto de la migración. Por tales razones, es muy importante el rol que deben jugar los docentes en la atención y el tratamiento a las incidencias desde el punto de vista psicopedagógico como consecuencia de este proceso migratorio.
Ante el panorama, es importante revisar lo que significa la educación intercultural y el rol fundamental que juega, desde una concepción amplia del diseño y desarrollo curricular, para lograr que los niños y niñas puedan aceptar de la mejor manera la diversidad étnica-cultural; además de que los docentes deberán adoptar las estrategias necesarias para lograr cubrir otro tipo de problemáticas como el rendimiento escolar, las relaciones interpersonales, los problemas de aprendizaje que se puedan generar, y lograr una integración lo más armónica posible.
Los procesos migratorios convierten a los docentes en los verdaderos agentes de transformación y cambio en el proceso educativo, ya que pueden interferir de manera directa y activa en el logro de una adecuada integración de la población inmigrante.
Por ello, es importante considerar que la llegada a un nuevo lugar genera variaciones en el clima psicológico de las personas, la sensación de miedo, soledad y nostalgia van a interferir en el desenvolvimiento y relacionamiento con las personas del lugar. Según Hubert Mazurek, la migración implica un movimiento que “supone la consideración espacial de salida (espacio vivido) y espacios de llegada (espacio idealizado donde se quiere vivir) y un proceso de traslado, más socio-psicológico que físico” (Mazurek, 2009:12).
Referente al rendimiento escolar de los estudiantes migrantes, estará condicionado a factores como el nivel socioeconómico de la familia y la integración cultural de los inmigrantes, en esta dirección se derivan otras problemáticas, que es el proceso de integración cultural, la cual permitirá una integración al grupo en base al respeto y el diálogo intercultural. Pero si se trata de una integración “brusca”, es decir, que no reciba acción alguna por parte del docente se corre el riesgo de generar una adaptación donde la discriminación y la subordinación cultural del grupo mayoritario se imponga sobre el minoritario sin generar un proceso dialógico horizontal.
En este sentido, el docente debe tener actitud positiva hacia la diversidad cultural, requiere actualización de estrategia y considerar las diferencias culturales y el contexto de los estudiantes, lo que va a permitir ofrecer a los educandos migrantes la posibilidad de acceder a una educación pertinente a su cultura, con temáticas y metodologías que, al estar contextualizadas, aporten a su aprendizaje.
*Omaira Golcheidt, Doctora en Ciencias de la Educación y asesora curricular del Proyecto de Formación Inicial Docente (FID) de la Universidad Católica del Maule (UCM).