Salud mental y responsabilidad social universitaria: un deber ineludible en sociedades complejas
El diálogo sobre salud mental en la universidad evidencia el sentido de humanidad de los tomadores de decisión en instituciones de educación superior. Los campus son espacios donde confluyen tensiones, producto de exigencias académicas, competencia, incertidumbre laboral y brechas socioeconómicas. En este entorno, estudiantes, docentes y funcionarios no solo buscan conocimiento, sino contención, sentido de trascendencia y reconocimiento. Sin embargo, durante décadas la atención a la salud mental fue tratada como un servicio accesorio, incluido como espacio decorativo y no como componente estructural del proyecto educativo.
La responsabilidad social universitaria (RSU) es un mecanismo, estrategia, filosofía y política que constituye el compromiso ético e institucional con el desarrollo sostenible, la equidad, salud y bienestar común; ofrece oportunidad para cambiar esta mirada. La incorporación de la salud mental a través de acciones de RSU en las casas de estudio significa asumir que estas son organismos vivos insertos en sistemas sociales interdependientes. El deber de las IES no se agota en la formación profesional, sino que se extiende a la educación emocional y la instalación de valores éticos.
Las circunstancias políticas, sanitarias, económicas y sociales de las últimas décadas han evidenciado la vulnerabilidad humana, generando un clima de incertidumbre y sensación de pérdida de libertad. Se ha demostrado que las instituciones más resilientes son aquellas que, más allá de la tecnología, sostienen vínculos humanos basados en el cuidado mutuo. Este aprendizaje debe convertirse en punto de inflexión: universidades que aspiran a ser socialmente responsables deben priorizar la salud mental como bien público, articulándola con funciones sustantivas de las IES.
Estudios recientes sobre salud mental y RSU evidencian un cambio de paradigma: de un enfoque asistencial a uno estructural, que reconoce factores comunitarios, organizacionales y culturales. Las universidades tienen la capacidad de propiciar entornos saludables, gracias a la empatía, equidad, participación estudiantil y respeto por la diversidad. Estas acciones son fundamentales para la sostenibilidad emocional y social de la vida universitaria.
El bienestar psicológico no puede separarse del sentido de propósito. Un estudiante que se siente partícipe de un proyecto colectivo y percibe que su formación contribuye al bien común desarrolla mayor resiliencia y compromiso social. La RSU, en su dimensión más profunda, articula esta pertenencia. Aún persisten brechas, pues programas de salud mental en algunos países de América Latina son fragmentados y carecen de recursos. Esta situación refleja una visión reduccionista de la educación, que prioriza productividad y rendimiento por sobre el equilibrio humano.
La RSU debe propiciar el reconocimiento de las corresponsabilidades entre institución y comunidad, estimulando la incorporación de la salud mental en el corazón de la vida universitaria. Desde esta perspectiva, las universidades podrían ser verdaderos laboratorios de inclusión y bienestar, donde el aprendizaje sea desarrollo integral, y cuidar del bienestar psicológico también fortalezca la democracia universitaria y la justicia social.
Dedicada a Dr. Alex Medina-Giacomozzi, formador de líderes comprometidos con la transformación social de sus territorios. Maestro cuya inspiración ilumina hoy y siempre el arte de ser, hacer y habitar con responsabilidad, equidad y justicia en nuestra Casa Común.
Por Dr. Pedro Severino-González
Académico de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la UCM
